sábado, 2 de enero de 2016

Meditando sobre el concepto de coleccionar minerales


Que bonito suena eso de "yo es que colecciono minerales". Me ha ocurrido ya en más de una ocasión, encontrarme con personas que dicen coleccionar minerales y sentirme completamente frustrada, decepcionada e incluso, en determinadas ocasiones, enfadada al conocer su extraña perspectiva de lo que es el coleccionismo.

Evidentemente cada uno hace con su tiempo, dinero y objetos que posee lo que le plazca, que para algo son suyos; pero cuando algo está en ti tan arraigado, cuando amas tanto una afición, ciertas circunstancias pueden llegar a hacer que te hierva la sangre.

Voy a poneros algunos ejemplos, de colecciones con las que me he cruzado, son de lo más variopintas y ninguna de ellas me deja indiferente, pues como pasión, sacan de mi todo tipo de emociones, en ocasiones no siempre agradables.

La que está de adorno:
Su dueño no posee conocimientos, ni ganas de obtenerlo. Su único afán es el de conseguir nuevos ejemplares, sin ton ni son, para posteriormente acumularlos de mala manera en un cajón o cenicero del salón. No sabe lo que tiene y realmente le da lo mismo. Suelen amontonar minerales masivos, pulidos, artificiales y teñidos... que por sus características de color y brillo le llaman la atención.

La mística:
Su dueño relaciona cada mineral con un supuesto efecto beneficioso para la persona que lo posee. Cuando  sus acciones son ingenuas y no esconden intencionalidad maléfica ninguna, me resultan divertidas e incluso entrañables. Encuentran sentido a su vida cuando ponen a cargar de energía los cuarzos al exponerlos a la luz de la luna llena, o limpiándolos de malas auras enterrándolos bajo un árbol o una maceta de la cocina. Aunque a mi personalmente, el dormir con una calcita bajo la almohada, más que aliviarme el dolor de cabeza, me lo aumentaría según fuera clavándose en mi nuca a lo largo de la noche.
Suelen conocer el nombre del mineral que poseen, pero ahí termina, por lo general, su conocimiento científico. Aquí me gusta distinguir claramente entre el que simplemente "cree" en estas cosas, al cual lo dejo vivir con su efecto placebo, ya que no hacen daño a nadie, y el que saca beneficio y se lucra de estos pobres incautos, vendiendo el mineral y sus propiedades como si realmente fuera algo cierto y que al final, sus piedras chamánicas lo único que limpian es el bolsillo de sus clientes.

La desastre:
Están en el límite entre mi adoración y mi odio. Suelen pertenecer a personas cultas e inteligentes, con grandes conocimientos de mineralogía, y tiendo a pensar que su cabeza está tan llena de cosas que no son capaces de estar atentos a ninguna en concreto.
Saben lo que tienen, y suelen poseer minerales excepcionales, por su rareza o belleza. Cuando los acaban de conseguir, dedican un tiempo mínimo en etiquetarlos o incluso ponerlos en una peana, para posteriormente meterlos a la vitrina o cajón donde morirán de asco comidos por el polvo y las telarañas al paso de los años, sin una base de datos que haga constar su existencia ni un mantenimiento que les impida perder su belleza.
Son las colecciones que más odio, he visto piezas increíblemente buenas, cubiertas por una capa de polvo de un dedo de grosor, y sobre esta diferentes orines y defecaciones de ratas, abandonadas (expuestas en vitrinas) en un garaje, cuya limpieza no difiere mucho de las de las piezas, mientras su dueño me muestra orgulloso su "magnífica" colección.
Es en estos casos, cuando mi cerebro comienza a barajar la posibilidad de asesinar a alguien o en el mejor de los casos, quitarle la colección para salvar a esas pobres piezas de su estado de desdicha.
No me queda otra que sonreír  y mirar para otro lado, al fin y al cabo son sus piezas, puede hacer con ellas lo que quiera.

La enclaustrada:
Sus dueños suelen ser buenos coleccionistas, organizan y cuidan sus piezas, se interesan por todo lo relacionado con ellas desde un punto de vista científico, salen al campo a buscarlas, a las ferias, se relacionan con otros aficionados y tienen el mismo problema que tenemos todos, la falta de espacio, pero se niegan a aceptar que no todo puede estar expuesto, por lo que encuentras sus vitrinas, muy limpias y ordenadas pero atestadas por capas y capas de piezas entre las que no se podría acumular el polvo porque directamente no cabe entre ellas.
estas colecciones me dan lástima, ya que nunca podrán lucir en todo su esplendor. Con tanta información junta, el cerebro no es capaz de diferenciar unas piezas de otras, por lo que ejemplares magníficos pasan desapercibidos. (realmente no eres capaz de percibir ninguno, solo el conjunto de bultos y colores)

La perfeccionista:
Es mi tipo de colección preferida, te pasarías horas y horas observandola. No tiene por que presentar piezas espectaculares, pero están tan cuidadas y mimadas, que al verlas recibes una sensación muy agradable.
He visto colecciones así, de coleccionistas nóveles, cuyas sencillas piezas son una auténtica delicia, y si ya se trata de personas con algo más de experiencia, entras directamente en un paraíso terrenal.
Piezas perfectamente ordenadas, etiquetadas, protegidas y clasificadas en una base datos. Expuestas con mimo, limpias, y tratadas como si cada una de ellas fuera un tesoro. 
Crear y mantener este tipo de colección es una dura tarea, requiere mucho tiempo, dedicación y en algunas ocasiones, un desembolso de dinero que no todos nos podemos permitir de una sentada (buenas vitrinas y cajoneras, buena iluminación, peanas de metacrilato, urnas de plástico que protejan los ejemplares más delicados...), por lo que se van generando poco a poco y con mucho esfuerzo por parte de sus dueños. Cada pieza, cada estantería, ha costado conseguirla y supongo que en parte por eso, se valoran más.

Adoro este tipo de colecciones, y disfruto con ellas mucho más, que con cualquiera de las anteriores, por ello, intento que la mía siga estas directrices. quizás a los ojos de terceros, no sea tan bonita como a mi me parece, no tiene piezas espectaculares, ni muy raras ni muy caras, pero es mi colección y reflejada en ella, mi trabajo y dedicación a los minerales durante los más de 20 años que llevo coleccionando, imposible no amarla.

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